Cuando alguien nombra sus grandes sagas de libros favoritas, todos suelen caer en los mismos sitios comunes: El Señor de los Anillos, Harry Potter, Mundodisco… todas grandes obras, sin ningún lugar ni género de dudas. Sin embargo, pocos, muy pocos, van a decir la saga cuyo primer libro reseñaremos en esta entrada. Muy pocos te van a decir que una de las grandes sagas es Caballo de Troya, de J.J. Benítez. Y no lo van a hacer porque no lo consideren una obra de altísima calidad, no. Lo van a hacer por desconocimiento. Porque, en general, la saga Caballo de Troya no suele ser considerada como lo que es: la gran saga de best-sellers escrita en España en el último cuarto del siglo XX y parte del XXI.
Y lo es por derecho propio. Por su estilo detallado, práctico y conciso. Lo es por su pulcritud en los datos y explicaciones. También, por su claridad en la escritura. Pero lo es, sobre todo, por la calidad argumental que desprende la obra desde la primera página hasta la última. Y, además, por un tema que te hace recorrer sus páginas sin pausa hasta que terminas la novela. Porque es una novela, ¿no?.
Caballo de Troya: ¿realidad o ficción?
Pregunta de muy difícil respuesta, en tanto en cuanto que desde 1984 los lectores de la saga llevan haciéndose la misma pregunta. Porque el libro está escrito con un estilo como si se tratase de una investigación periodística (como otros libros del autor, por cierto, como el que reseñamos en el Club del Incidente Manises), y desde siempre se ha hecho referencia a que lo que en él se cuenta es lo que al autor le transmite el Mayor; un oficial del ejército de Estados Unidos retirado que, supuestamente, participó en el que probablemente fuera el mayor proyecto secreto de la historia del país de las barras y estrellas: viajar en el tiempo y ser partícipe de la vida de Jesús de Nazaret.
Este proyecto, denominado Operación Caballo de Troya, que da título a la saga, quiere transmitir las enseñanzas de Jesús de una forma diferente a la canónica que la Iglesia ha venido enseñando habitualmente y, aunque nos muestra un Nazareno muy parecido, sí que es cierto que el personaje recibe matices muy interesantes que hacen comprender su figura desde un punto de vista nunca antes imaginado. Todo esto, aderezado con una ingente cantidad de datos técnicos y científicos, tanto de la nave usada para viajar en el tiempo (denominada La Cuna, un aparato de altísima tecnología dotado de las más increíbles herramientas de análisis y medición), como de los personajes que nos vamos encontrando a lo largo de la lectura le dan a la obra una pátina de realidad insospechada.
Un adagio para comprenderlo mejor
Si non è vero, è ben trovato
Por eso decía al principio de este párrafo que supone una pregunta de muy difícil respuesta. Lo que narra en el libro es increíble. Inconcebible. Pero, ¿podría ser real?. Nada es real hasta que sucede. Y poner la mano en el fuego porque no ha sucedido es tan poco inteligente como hacerlo por lo contrario… así que aquí, en el Club, respetaremos la decisión de cada uno. Que ese debería ser el objetivo de cualquier libro, ¿no?: plantear una serie de incógnitas y seamos los lectores quienes extraigamos nuestras propias conclusiones.
Tres patas sostienen el argumento
Aunque investigación periodística, dado el libro está narrado tomando como base los diarios que el Mayor le entrega al periodista con toda la información sobre la Operación Caballo de Troya, la acción del libro pivota sobre tres personajes principales. El protagonista, el Mayor, con el nombre en clave de Jasón, el oficial del ejército de Estados Unidos con categoría de astronauta, que es sobre quien recae el peso de la trama; la acción está narrada en primera persona, por lo tanto, es su visión, opinión e impresiones las que quedan plasmadas en los Diarios que le cede, supuestamente, a J.J. Benítez. También son suyos los diálogos que mantiene tanto con los Apóstoles (o futuros Apóstoles) y con Jesús, siendo estos una parte importantísima de la trama para comprender la visión, cosmovisión y cosmogonía de los habitantes de Judea y Galilea del siglo I de Nuestra Era.
Él, el Nazareno
Cosmovisión y cosmogonía que se ven alteradas, cuando no directamente giradas ciento ochenta grados con la aparición de Jesús de Nazaret y su nueva filosofía. Porque es en este punto donde hay que incidir; siempre se le presenta como un filósofo, como un sabio, con un halo de divinidad por la capacidad de influencia que tiene sobre sus semejantes y no tanto por actos sobrenaturales (que, sin duda, suceden… les invito a leer el libro y descubrirlo). Y es que Él es el segundo protagonista principal del libro, puesto que la acción transcurre durante los siete últimos días de su vida terrena; de como vive, convive y se enfrenta a su cruel destino sabiendo que tiene que cumplir su papel dentro de un plan mayor. Pero que nunca deja de ser consciente de su humanidad. De su profunda y elocuente humanidad.
Eliseo, el segundo piloto
Completa la terna de protagonistas Eliseo, el segundo piloto de La Cuna, que es quién permanece en la nave en todo momento y quién ofrece a Jasón datos, conceptos y previsiones para, de esa forma, poder encarar algunos sucesos históricos que a lo largo de la trama van sucediendo. Es, de los protagonistas, el personaje que peor conocemos pero que, sin embargo, ofrece un interés tremendo para el desarrollo de la obra. Y es un apoyo vital para Jasón.
Caballo de Troya: Jerusalén, el comienzo de algo grande, muy grande
Jerusalén es solo el primer paso de esta magna obra, que comprende de 10+1 volúmenes, y que nos ofrecen toda la visión y la fuerza que el Mayor quiso transmitir en sus Diarios que, a su vez, fueron transmitidos, supuestamente, al autor de la obra. Aunque hay veces que los datos técnicos pueden llegar a abrumarnos, si que es cierto que nos ayudan, en la primera parte del libro, a ponernos en situación. Una vez pasado este pequeño Via Crucis, el libro se degusta a las mil maravillas; la capacidad de Benítez para ponernos en situación es totalmente envidiable.
Cada día está narrado de forma independiente (siete días, siete capítulos) que van, literalmente, de la mañana a la noche. Podemos acompañar tanto a Jasón como al grupo en cada momento del día y, bajo mi punto de vista, esto le otorga a la narración una riqueza argumental bastante potente. Como dije antes, nos ayuda a ponernos en situación en cada instante transcurrido; casi teniendo la misma sensación de frío o de calor que puedan tener los protagonistas. Esto, en cualquier tipo de lectura, es un punto muy a favor.
Abundando en lo anterior, el hecho de que el autor decidiese incluirnos las conversaciones de Jasón con otros personajes más allá del elenco principal ayudan enormemente a ponernos en situación. Pocas obras habré leído donde sea capaz de empatizar con personajes más allá del protagonista/antagonista y unos cuantos más; Caballo de Troya rompe este esquema de raíz, poniendo a personajes, a priori sin trascendencia, a la altura que merecen. Y, sobre todo, y muy llamativo para el año 1984, año de publicación de la obra, el peso que tienen las mujeres en la trama.
Con ganas de más
Este hecho, que resulta bastante llamativo puesto que, al final, tenemos la impresión de que las mujeres a lo largo de la historia (y en las historias) han sido relegadas a papeles testimoniales, hace que el interés por la saga aumente, al menos por mi parte. Porque es ahora, casi cuarenta años después, cuando parece que por fin este movimiento feminista ha nacido y crecido; pero que es algo que algunos autores, por suerte, ya tuvieron en cuenta en su momento. A pesar de estar en franca minoría con respecto a sus contemporáneos.
Parece un detalle menor, pero implica ser conscientes de que la visión que podamos tener sobre las cosas no siempre ha sido la misma; que analizar hechos del pasado con las gafas del presente nos puede llevar a conclusiones erróneas. Y porque, al final, todos somos humanos; y nada nos acerca más a la divinidad que ser parte de la misma raza.
Por otra parte, también el hype que nos deja Jerusalén para degustar las siguientes partes de la obra se debe a que suceden algunas cosas que, lejos de ser detalles sin más son easter eggs dejados con toda la intención. Y son estos detalles los que te hacen no querer dejar ni a Jasón, ni a Eliseo ni al Nazareno en ningún momento hasta que acaba la obra. Un libro que relata una época; siete días que marcaron el futuro. Una semana relatada con toda su normalidad y su crudeza. Con toda su Pasión.
Y, evidentemente, me ha dejado un sabor de boca excelso. Y con muchísimas ganas de más. Segunda estación de la Operación Caballo de Troya: Masada. Allí nos leeremos, Jasón.